
INTRODUCCIÓN: alumnos de 5º Curso de Farmacia de la Universidad de Murcia evalúan la aplicación en la farmacia comunitaria (FC) de la atención farmacéutica (AF). Esta disciplina es única y característica sine qua non de nuestra profesión, y nos establece como el profesional de salud y en concreto del medicamento, más cercano al paciente; el farmacéutico está a pie de calle.
OBJETIVO: analizar las divergencias que observa el alumno en prácticas durante el desarrollo de las Prácticas Tuteladas (PT), entre la teoría académica impartida en la asignatura de AF – asignatura obligatoria del Grado – y la práctica veraz en su aplicación en FC con distinta naturaleza (localización, personal y tránsito de pacientes).
MATERIAL Y MÉTODO: cuatro estudiantes realizan sus PT en distintas FC de la Región, con diferentes localizaciones (capital, costera y “de barrio”), circulación de pacientes y aplicación de los servicios de AF. A través de su registro en la memoria de prácticas, mediante la observación y realización de preguntas referentes a su tratamiento, se evalúa la calidad de la AF, y se contrasta su estado de aplicación en la OF con lo aprendido en la asignatura.
RESULTADOS: una FC en el centro urbano dificulta mucho la práctica de una AF de calidad. La propia naturaleza del establecimiento dificulta la praxis de calidad, debido al poco tiempo disponible entre pacientes. En una de barrio, la AF era un pilar fundamental en la actividad, realizando siempre una dispensación activa preguntando al paciente y ofertando este servicio en cerca de un 55% de las visitas. Con todas estas preguntas nos asegurábamos de la adecuada adherencia al tratamiento, aumentando la confianza y fidelidad del paciente hacia los farmacéuticos. En una zona costera, la AF va orientada casi en su totalidad, a factores que no se dan de forma tan habitual en el resto, como asesoramiento en solares en época estival y la dispensación a pacientes forasteros y extranjeros, acostumbrados a la dispensación habitual en sus lugares de origen, y no a una dispensación basada en la disponibilidad o bioequivalencia. Esto provoca cierta desconfianza del paciente, teniendo que informar minuciosamente de qué medicación se trata y de sus fines terapéuticos.
CONCLUSIÓN: nos preguntamos si existía realmente una dispensación activa o, por el contrario, ¿deberíamos abandonar este concepto y albergar el de dispensación pasiva, en la que se dispensa lo que necesita el paciente según aparezca reflejado en su prescripción, sin cuestiones acerca de su tratamiento y evolución de su enfermedad? El problema en la FC de centro con respecto a las demás es el factor tiempo, donde el elevado volumen de pacientes, en concomitancia con las actividades de gestión de la FC, dificulta el acceso a un servicio de AF eficaz. Nosotros apuntamos que es “obligatorio” encontrar un equilibrio adecuado entre una buena gestión farmacéutica y reducción del fracaso terapéutico.