INTRODUCCIÓN: el Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) es un trastorno neurológico que se caracteriza por presentar sensaciones desagradables, molestas y/o dolorosas en las piernas (menos frecuente en los brazos) que generan la necesidad imperiosa de mover las extremidades, atenuándose los síntomas con el movimiento. En general aparece y/o empeora por la tarde, noche y en los momentos de reposo o relajación. Algunos términos utilizados para describir las sensaciones son: sacudidas, picores, hormigueo, calor, pinchazos, dolor, etc. El SPI también es conocido como el síndrome de Ekbom.
PRESENTACIÓN: mujer de 70 años que acude a la farmacia comunitaria a retirar sus medicamentos. Tiene como patologías diagnosticadas: hipotiroidismo, hipertensión, artrosis de rodilla y síndrome de piernas primario. El SPI le fue diagnosticado hace dos años. Es intolerante a la leche. Toma los siguientes medicamentos:
• Levotiroxina 100 mcg: 1-0-0
• Enalapril 20 mg- hidroclorotiazida 12,5 mg: 1-0-0
• Ácido acetilsalicílico 100 mg: 0-1-0
• Condroitin sulfato 400 mg: 1-0-1
• Calcio carbonato 2500mg- colecalciferol 880 UI: 0-1-0
• Ropinirol 1mg: 0-0-1.
La paciente nos comunica lo necesario que es para ella el ropinirol. Sin él no dormiría nada pero en cuanto lo toma, manifiesta que se tiene que meter en la cama rápidamente ya que "me entra un mareo que me veo morir". Lo ha intentado tomar con y sin alimentos pero el mareo y/o desvanecimiento no desaparece. Además incluso algunos días tiene náuseas.
INTERVENCIÓN: el estudio de los problemas de salud y de la medicación de la paciente desvela que efectivamente el ropinirol (agonista dopaminérgico) entre sus efectos adversos más frecuentes puede presentar: mareos (o sensación de vértigo), sensación de desvanecimiento y náuseas. Parece ser que en algunos pacientes estos efectos adversos se dan sólo al comienzo del tratamiento, desapareciendo después. Nuestra paciente lleva ya 18 meses tomando ropinirol 1mg y sufriendo las reacciones adversas antes descritas. Tras la valoración de los datos se decide la comunicación por escrito, a través de la paciente, con su neurólogo proponiendo un posible cambio en el tratamiento.
RESULTADO: el neurólogo acepta nuestra intervención y cambia el ro-pinirol 1mg por pramipexol 0,18mg (0-0-1). La paciente con el nuevo tratamiento ha notado una gran mejoría en su calidad de vida. Los mareos y desvanecimientos le desaparecieron.
CONCLUSIONES: la cooperación del farmacéutico con el médico y otros profesionales sanitarios contribuye a mejorar claramente la calidad de vida del paciente aportando sus conocimientos y habilidades relacionados con la farmacoterapia.